¡Hola,
muy buenas a todos! Como os prometí aquí traigo uno de mis relatos cortos, es
un one-shot de una pareja que me gusta de un anime llamado Inazuma Eleven,
donde Hiroto y Midorikawa se ven envueltos en un bonito amor, ¿podrán estar
juntos como las almas gemelas que son, o el destino les jugará una mala pasada?
No hace falta verse el anime para entender esto, ya que es un mundo alternativo.
La
manera en la que se me ocurrió la idea fue graciosa, porque estaba yo en mi
habitación y tenía ganas de escribir algo, pero no sabía el qué así que cogí y
puse un nombre, y con cada letra de ese nombre ponía otras palabras, luego las
uní y salió el relato que a continuación leeréis. Como es un poco largo, lo
dividiré en dos partes, así además os mantengo con la intriga. ¡Espero que lo
disfrutéis mucho! Y espero vuestros comentarios ^^
La
habitación en la cual se encontraba estaba en penumbras salvo por una tenue luz
lo suficientemente fuerte como para hacer, que el pelirrojo observase con
cierta tristeza y angustia recorriéndole cada parte de su cuerpo, oprimiéndole
el corazón los informes que se encontraban desparramados por la mesa. Le
costaba asimilar la noticia dada días antes, le costaba asimilar que todos sus
sueños e ilusiones se desvanecían, tal y como una pluma queriéndose y dejándose
llevar por el viento, sin embargo, Hiroto no había deseado aquello, no había
deseado que su adorable novio Midorikawa Ryuuji, con el cual llevaba desde sus
jóvenes dieciocho años, falleciese sin poder hacer nada por evitarlo. Las
lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas, convirtiéndose en un llanto
incontrolable. Había una razón por la que se encontraba entre sus informes,
formaba parte de una de muchas víctimas de un cruel asesino en serie sin
escrúpulos, y como tal no tenía más remedio que tratar de resolver aquel
horrible caso en el que estaba involucrado tras haberse convertido años atrás
en detective. Pero, a decir verdad, sentía que no aguantaría así por mucho más
tiempo, el dolor era horrible, y la oscuridad poco a poco se cernía sobre su
débil y frágil corazón.
Lo único
que se escuchaba en esa solitaria casa en la que Hiroto había compartido con
Midorikawa, era su llanto desconsolado que dejaba caer lo dolorido que se
sentía al respecto, mientras el pelirrojo no dejaba de indagar entre sus
recuerdos dolorosos tras hacerse a la idea con mucho esfuerzo, trabajo, y sobre
todo dolor, que no volvería a ver a su novio, que sus sueños e ilusiones se
habían desvanecido tal y como se deslizaba aquella entre sus manos cuando
intentaba atraparle sin éxito alguno. Recordaba cuando le había conocido por
primera vez, en aquellos tiempos tan solo eran dos mocos insignificantes para
el mundo, que por mala suerte se percataron de la cruda realdad, aquel lugar
era cruel y despiadado, pero a pesar de ello, Midorikawa le ofreció una de sus
mejores sonrisas mientras le decía con voz cantarina y alegre ‘’¡Hola! Soy
Ryuuji Midorikawa, ¿quieres ser mi amigo?’’ Desde aquel momento se volvieron
inseparables tanto que compartían habitación, al comprobar una de las
encargadas (Hitomiko) lo bien que se llevaban los dos pequeñajos inocentes.
Hiroto
se sentía extraño con él, no comprendía por qué su corazón se aceleraba de
aquella manera tan desbocada con tal solo verle, no entendía por qué sus
mejillas ardían cuando el moreno le abrazaba, o le daba tiernos besitos en sus
mejillas pálidas alegando con su entusiasmo pegadizo ‘’Te quiero mucho, siempre
seremos amigos’’ —obviamente ignoraba el hecho de que su vergüenza hacía acto
de presencia ante aquel bonito sentimiento que florecía en él denominado amor—,
no lograba comprender aquel agradable cosquilleo en su estómago, o porque con
él su mundo brillaba, y era del todo diferente. Recordaba que con el paso de
los meses, Midorikawa fue adoptado, después de todo no todo era de dolor de
rosas, y no podían seguir juntos tal y como lo habían hecho hasta ahora, su
despedida fue dolorosa, sin embargo, decidieron volver a reencontrarse, y él al
poco tiempo después también fue acogido por una cálida familia dispuesta a
darle cariño, y protección.
Siguió
con su vida recordando cada uno de sus momentos a su lado, echándole de menos,
ansiando que llegase por fin el día en el que volvería a ver a su adorable
amigo, el cual se había convertido en su primer amor sin ser consciente de
aquel hecho, sin embargo, la vida no era siempre cruel con él, a veces le
abrazaba susurrándole que iba a tener una grata sorpresa, y era en esos
momentos cuando pensaba que tenía una especie de sexto sentido como para saber
que las buenas noticias vendrían pronto, y tan pronto como lo pensaba, tan
pronto como aparecía una nueva ilusión en su vida, como el hecho de encontrarse
con Midorikawa en su adolescencia, literalmente corrió hacia él hasta saltar a
sus brazos y eso que pensaba que su amigo peli verde era el impulsivo, no
obstante, pudo percatarse de que ilusionado podía hacer cualquier tontería que
se le pasase por la cabeza, tal y como hizo aquella vez en la que tras acabar
en los brazos del moreno, le abrazó contra él fuerte, como si su vida
dependiera de ello, como si temiese que fuera a irse de un momento a otro, cosa
que al final acabó por pasar, pero no nos adelantemos a los hechos. Su amigo
estaba más moreno que en su infancia, sus rasgos eran mucho más maduros, pero
eso no quitaba algún que otro rasgo infantil que le acompañaba desde que era un
crío. Sus ojos seguían siendo tan oscuros como los recordaba, y le daba la
misma sensación, que podía ver a través de su alma, y que con tan solo
observarle conocía cada una de sus manías —cosa que obviamente no ocurría,
porque eran solo sensaciones que le daban al pelirrojo—, su pelo ya no estaba
corto como anteriormente, se le hubo dejado crecer, y se lo recogía en una
coleta alta, le daba la sensación de que era un chico de lo más atractivo.
El
tiempo fue transcurriendo, y con ello, fue descubriendo muchas más cosas de
Midorikawa que nunca olvidaría, como el hecho de que se mordía las uñas cuando
estaba nervioso, o que cuando le lograba avergonzar, le daba por insultarle, y
esconder la cabeza. Tampoco iba a olvidar su miedo hacia las películas de
terror, le solía decir que era muy malo cada vez que cuando se quedaba a
dormir, y le daba la buena noticia —nótese el sarcasmo— de que alquiló una
película de esas que tanto le gustaban para ver, lo malo (si es que había algo
malo dentro de todo aquello claro) Era cuando el peliverde se vengaba de él,
debido a que siempre acababa tumbado sobre la cama, con el chico que le volvía
del todo loco sobre él y con sus muñecas agarradas por encima de su cabeza,
mientras se dedicaba a hacerle cosquillas sin cesar, ¡no tenía consideración
con él por atacarle de esa manera! Pero se podría decir que él siempre empezaba
con aquello por asustarle con esas películas que tanto le gustaban, era como
una especie de circulo vicioso del cual ninguno de los dos podía salir, después
de todo Midorikawa le acabó por coger el gusto a las películas de miedo, y
Hiroto por el contrario a que su mejor amigo le hiciera cosquillas sin cesar
hasta que decidiera parar por el hecho de que no quería que muriese de un
ataque de risa.
Fue un
día en el que tras darle muchas vueltas a las cosas que no lograba comprender,
decidió preguntarle a su hermana Hitomiko por qué cada vez que veía a su mejor
amigo su corazón se aceleraba sin poder hacer nada por evitarlo, por qué se
ruborizaba cada vez que lo tenía cerca, cada vez que le abrazaba, cada vez que
se posicionaba sobre su cuerpo para hacerle cosquillas, por qué sentía esas
mariposas y esas cosquillitas en su estómago nada más al verle, por qué se
fijaba tanto en sus labios, por qué ansiaba tanto probarlos, acortar la
distancia entre ellos…La respuesta estaba muy clara, estaba delante de sus
ojos, no obstante, no era capaz de verla, simplemente era debido al hecho de
que nunca antes había experimentado aquel bonito sentimiento llamado amor, era
debido a que nunca le explicaron qué se sentía cuando veías a aquella persona
que hacía tu mundo brillas de esperanza, haciéndote sentir fuerte, capaz de
hacer cualquier cosa, y tras explicarle que se había enamorado de él conforme
el tiempo transcurría, Hiroto se sintió de lo más idiota por no percatarse de
algo tan obvio como aquello, se sintió idiota por no haber descubierto por sí
mismo que si se imaginaba besos con el que supuestamente era su mejor amigo era debido a que lo veía algo más que eso,
como su novio. Ahora el problema que tenía en sus manos, era ¿cómo decírselo
sin morir en el intento? ¡No tenía ni idea, y lidiar con el tema del amor era
algo más complicado de lo que se hubo imaginado alguna vez!
Cuando
veía animes románticos, o películas, siempre se estresaba debido a que los
personajes principales no se decían aquellos sentimientos que eran más que
obvio que se sentían mutuamente, y ahora entendía cuán difícil era dar ese
esencial paso sin saber lo que iba a suceder una vez dicho, ¿le iba a
corresponder? ¿Después de declararse, no le volvería a ver por no corresponder
a los sentimientos? ¿Serían amigos, pero luego la situación se volvería
incómoda por lo dicho anteriormente? No lo sabía, y la duda estaba allí,
presente, como una espina clavada en su corazón que no se desprendía del sitio
que hubo ocupado hasta que no le dijese bien claro que le amaba más a que nada
en ese mundo, y que sin él no podía vivir. Muchas veces había estado preparado
para decírselo, lo había intentado, el problema venía a ser que acababa
diciendo tonterías que le hacían reír —cosa que era buena por supuesto, y que
provocaba que su corazón diese vuelcos ante ese sonido tan melodioso— o por el
contrario era interrumpido por el proceso, y le daban ganas de tirarse por la
ventana ante la frustración sentida. Empero, a veces las cosas pasan cuando
menos te lo esperas, y eso justamente la pasó a nuestro querido protagonista
pelirrojo.
FLASHBACK.
Ambos amigos habían terminado de
cenar, y como era verano, y hacía bastante calor, decidieron que sería buena
comerse el postre en el gran jardín de la casa de Midorikawa, éste vivía en un
gran chalé, se podría decir que la familia que le adoptó era un tanto
adinerada, pero a pesar de ello no tenían sirvientes y eso era algo que al fin
y al cabo ambos agradecían. Se sentaron en el césped verde bien cuidado, y de
gran longitud, y en frente suya se encontraba la piscina de agua cristalina en
la que aquella tarde decidieron bañarse haciendo todo tipo de bromas, riéndose
sin cesar, y charlando de cualquier tema, después de todo a Hiroto le encantaba
escucharle, era un chico encantador, y un tanto inseguro, el cual solía pensar
que aburría con sus temas de conversaciones, mas, no era así él se entretenía
bastante, y también solía soltar leves risitas ante cada una de sus hazañas,
Midorikawa tenía un don para provocar que sus mejillas dolieran ante de las
veces que sonreía y reía a lo largo de un día que compartía con él. Le volvía
del todo loco en cuestión de segundos, provocaba que sus mejillas ardieran ante
la vergüenza cuando estaban demasiado cerca, provocaba que su corazón se
acelerase con tal solo verle, y que se oprimiese con fuerza ante la idea de que
algo malo le atormentaba, y por supuesto tampoco faltaban esas cosquillitas en
su estómago, como en esos momentos en los que estaban sentado uno al lado del
otro, mientras se tomaban con tranquilidad el helado que le había ofrecido la
madre del peli verde.
—Oye, Hiroto—le llamó de repente
Midorikawa rompiendo aquel silencio que se hubo formado, que por cierto no era
para nada incómodo, y volteó a verle intrigado, éste pudo discernir un brillo
especial en sus ojos oscuros, y supo que algo tramaba, algo que cambiaría sus
vidas para siempre, lo presentía, y él nunca se equivocaba, porque su sexto
sentido siempre estaba presente en él—Te has manchado de helado—y antes de
poder preguntarle dónde justamente se manchó para limpiarse, sintió algo
demasiado bonito como para ser real, algo que le erizó los vellos de la piel,
algo que hizo que abriese los ojos como platos sin poder asimilar lo que en
esos momentos ocurría. Midorikawa, Midorikawa Ryuuji ¡le había besado! Sentía
sus labios fríos contra los suyos, era una sensación del todo agradable,
fantástica, y dulce, algo que no podía describir con palabras, el peli verde
movía sus labios contra los suyos de manera torpe, y justo cuando recobró por
así decirlo el conocimiento, tras quedarse en shock al no poder asimilarlo,
comenzó a corresponderle de manera torpe, nunca antes había besado, y no sabía
cómo hacerlo, pero lo único que le importaba era que estaba ahí atacado de los
nervios, con ambos labios danzando entre ellos, sentía que en cualquier momento
se le iba a salir el corazón de lo rápido que palpitaba de su pecho, junto con
sus mejillas que ardían ante la vergüenza, mientras la luna era la única
testigo de aquel bonito amor que se expresaban con aquel lento y dulce beso. A
los pocos segundos, se separaron con la respiración un tanto agitada, con las
frentes pegadas, ansiando probar de nuevo aquella droga—N-no me pude resistir a
la tentación, tus labios me llamaban a cada momento, y con eso puedo decirte
con seguridad que te amo muchísimo Hiroto, tanto que no podría vivir sin ti
—Q-que malo eres Ryuuji, estoy
seguro de que estoy más ruborizado que mi propio pelo ante tu beso
inesperado—ambos nerviosos soltaron una leve risita, mientras el pelirrojo
pensaba que aquello era un sueño demasiado bonito como para ser real, pero lo
era, estaba seguro de ello—Y-yo también te amo muchísimo, te prometo que nunca
me separaré de ti, porque yo tampoco podría vivir sin ti, te prohíbo morir
pequeñajo—sin embargo, la vida no siempre daba sorpresas que provocaban que
sintiese que iba a llorar de la felicidad en cualquier momento, también había
sorpresas que le desgarraban el alma por dentro…
FIN FLASHBACK.
Era
imposible engañar a la muerte, simplemente él no podía negarle morir, ya que aquella
presencia que tan solo hacía su trabajo cuando llegaba la hora, se había
llevado a Midorikawa tal y como previsto, tal y como el destino lo deseó,
haciéndole sentir un dolor del todo indescriptible que no podía describir con
palabras, su corazón estaba hecho trizas, y tenía miedo de que alguien al
ofrecerle su ayuda con buenas intenciones se cortaran con esos pedazos afilados
que estaban desparramados por el suelo, tal y como esos informes que estaban
sobre la mesa, aquellos que le habían destrozado la vida, no sabía cómo iba a
continuar sin él, sin el amor de su vida, sin Midorikawa Ryuuji, y a veces se
preguntaba por qué no venía el asesino a por él y terminaba con su débil
existencia que no servía para nada —o por lo menos era lo que él sentía—, y
poniéndole alerta, escuchó un ruido, pasos, el parqué crujió, una y otra vez,
cada vez más cerca de su habitación, más cerca de su persona, y por instinto
corrió a esconderse, ¿dónde? Debajo de la cama. Sentía su corazón acelerado
latir en contra de sus sienes, sentía que en cualquier momento le iba a dar un
ataque al corazón ante sus nervios, ante lo desconocido, ante esa amenaza que
presentía que no era para nada buena, que no venía precisamente para darle el
pésame tras la muerte de su novio.
La
puerta se abrió, chirriando, el sudor frío recorrió su frente, mientras el
calor ascendía por su cuerpo, el miedo hizo acto de presencia, y no sabía lo que
iba a pasar en esos momentos en los que su corazón bombeaba tan rápido sangre
como nunca antes lo había hecho, y quería que fuese debido a lo vergonzoso que
le ponía Midorikawa ante cada uno de sus encantos, mas, para su mala suerte no
era de esa manera ni mucho menos. Asomó un poco la cabeza, y vislumbró unos
calcetines de color negro, la persona que los portaba tenía los pies pequeños,
y con una calma inexplicable, vio cómo se acercaba a la mesa que solo estaba
alumbrada por el flexo que anteriormente estaba utilizando, y esa persona cuya
identidad desconocía pareció enfurecerse ante esos informes, ya que con
violencia los lanzó al suelo. Poco después de aquello, vio que se acercaba al
armario, el cual abrió sin encontrar al dueño de la casa, es decir, a él, y con
pasos algo más apresurados, salió de su habitación.
El
pelirrojo que hasta ahora había aguantado la respiración con miedo a que le
pillase por estar de lo más atacado, salió haciendo el menor ruido posible, y
salió de su escondite, cogió su móvil, el cual estaba en su mesita de noche, y
se escondió donde anteriormente aquella persona hubo mirado. Con manos
temblorosas, comenzó a buscar entre sus contactos a Endou Mamoru, su jefe, para
pedirle refuerzos, para pedirte ayuda, sin embargo, tras escuchar su voz
adormilada, no pudo decir nada más, debido a que aquel aparato se deslizó por
su sudorosa mano hasta caer al suelo del armario, ya que las puertas se
abrieron de golpe, dejando a la vista a aquella persona desconocida con una
sonrisa de triunfo en su rostro, una que le heló la sangre, y que provocó que
abriese los ojos como platos, tratando de asimilar aquella situación que se
escapaba lentamente entre sus manos, su tiempo estaba contado.
—Game
over—dijo Fubuki Shirou con los ojos teñidos de un rojo carmesí, antes de
dispararle con el revolver que sostenía su mano derecha, un sonido
ensordecedor, y seguido todo se volvió negro para él, todo había acabado con un
desenlace inesperado, uno que no podía expresar con palabras…